ORÍGENES
La historia de Baume & Mercier empieza en 1830. Los hermanos Louis-Victor y Célestin Baume abrieron un comptoir horloger (establecimiento de relojería) en Les Bois, localidad de la región del Jura suizo.
La empresa de los Frères Baume prosperó rápidamente y, fiel a su lema de «Aceptar sólo la perfección, fabricar sólo relojes de la más alta calidad», se ganó una excelente reputación creando modelos excepcionales que incorporaban las últimas innovaciones.
EXPANSIÓN INTERNACIONAL
Sabedores del potencial que representaban los nuevos territorios, la empresa abrió una sucursal en Londres con el nombre de «Baume Brothers».
Esta delegación extendió rápidamente su actividad a todo el imperio británico. A finales del siglo XIX la compañía ya tenía un gran prestigio internacional y se había convertido en un actor indispensable en la escena relojera fuera de Suiza. Por aquel entonces, la marca tenía fama por
sus cronógrafos y sus modelos con grandes complicaciones. La empresa recibió diez grandes premios y siete medallas de oro en ferias internacionales celebradas en todo el mundo. Sus instrumentos para medir el tiempo eran de una precisión fuera de lo común. En 1892, Baume salió victoriosa del concurso de cronometría organizado por el Observatorio de Kew, cerca de Londres, con un reloj cronómetro de bolsillo equipado con un movimiento tourbillon, cuyo récord tardó más de diez años en superarse.
ACEPTAR SÓLOLA PERFECCIÓN,FABRICAR SÓLO RELOJES DE LA MÁS ALTA CALIDAD.
CREATIVIDAD Y VANGUARDIA
A comienzos de la década de 1920, William Baume, gerente de la empresa, se asoció con Paul Mercier. Juntos fundarían Baume & Mercier – Genève en 1918. La sociedad no tardó en convertirse en una de las más activas en el campo de los relojes de pulsera, ofreciendo modelos que destacaban por
sus equilibradas formas. En 1919 recibieron el mayor reconocimiento internacional de la época, el «Poinçon de Genève» (Punzón de Ginebra), marca
de calidad que avala las piezas de una artesanía y calidad excepcionales.
En los Años Locos, y a lo largo del periodo Art Déco, la marca impuso su estilo y dejó huella en el universo del diseño de relojes. Paul Mercier consideraba esencial que la marca siguiera el ritmo de los tiempos y supiera adaptarse a los cambios. La empresa entendió así la importancia de la emancipación femenina y convirtió los deseos de las mujeres en una fuente de inspiración inagotable. A finales de los años cuarenta presentó uno de sus mayores éxitos: el Marquise. Gracias al impulso de este modelo, siguieron relojes para mujer que hacían gala de una creatividad exquisita y de una modernidad singular, demostrando que un reloj femenino es mucho más que una interpretación en miniatura y un tanto simplista de la versión
masculina.
Al mismo tiempo, al presentar los primeros relojes de pulsera, Baume & Mercier se dio a conocer al público que buscaba productos novedosos. Estos relojes urbanos y elegantes marcan los grandes momentos de la existencia al conjugar elegancia y saber vivir.
ATEMPORALIDAD E HISTORIA
En las décadas de 1950-1960, siempre en busca del equilibrio simbolizado por la letra griega Phi, actual logotipo de Baume & Mercier, la Casa sentó las bases del arquetipo de reloj redondo tradicional. Presentó varios relojes redondos clásicos y cronógrafos dotados con funciones como las fases lunares o los calendarios triples. En los años setenta, haciendo nuevamente gala de su creatividad, Baume & Mercier propuso relojes de formas innovadoras, como el Galaxie o el Stardust, premiados con prestigiosos galardones internacionales, como la Rosa de Oro de Baden-Baden, y en 1973 el Riviera, uno de los primeros relojes deportivos de acero del mundo. En 1988 la empresa se unió al grupo Vendôme, que más tarde se convertiría en Richemont, y amplió su colección con modelos de éxito que inmediatamente se impusieron como estandartes de la marca.